La Asociación de Estudios Humanísticos (ADEH) es una iniciativa que durante más de un lustro lleva haciendo una penetrante labor de análisis y divulgación de la literatura clásica —y no tan clásica— de alto nivel, por igual la más conocida y la más ignorada, llegando con éxito a un público general de habla hispana a través de su plataforma en YouTube, ADEH TV. Sus caras más reconocibles, los profesores Sebastián Porrini y Diego Ortega, le han dado las claves al espectador de las obras de autores como Juan Rulfo y Jack London, de la épica de Gilgamesh y de Tristán e Isolda, entre una variada y rica panoplia de la literatura universal de todos los tiempos. En El Vórtice hemos tenido el gusto de compartir esta entrevista junto a ellos.
¿De qué fuentes bebió la inspiración para arrancar un proyecto tan notable y edificante como lo son ADEH TV y el programa de La última página? Otros docentes se contentan con su labor dentro del aula y del ámbito más convencionalmente educativo, dentro de los colegios, institutos, universidades. Estamos hablando de que ustedes han acercado siquiera un pedazo de la literatura más variada y enriquecedora, tanto poética como épica, sapiencial y narrativa de ficción de todos los tiempos a lectores de todo el orbe de habla hispana. Es infrecuente y refrescante que un enseñante en literatura se dé la libertad de dar a conocer a los autores más variopintos de la gran literatura universal, desde Fernando de Rojas, pasando por Borges, Brasillach o autores quizás más desconocidos para el público general, pero igualmente apasionantes, como Frithjof Schuon o Roberto Calasso. Su canal de YouTube es un verdadero tesauro digital de la gran literatura, tanto para gente que se inicia en ella como para personas más curtidas. ¿Qué les movió a ello?
Lo primero que surgió fue ADEH, la asociación que, junto con un grupo de colegas creamos en 2013 con el fin de incentivar la investigación, la capacitación y la divulgación de la literatura, el arte y la lingüística en nuestra zona de trabajo, en San Miguel, provincia de Buenos Aires. El canal nació cinco años después, como una forma de complementar los congresos, seminarios y talleres que veníamos realizando. Desde luego que esa tarea nos permitió dar a conocer más ampliamente lo que veníamos haciendo. A ello se sumó Sofía casa editorial, en 2019, que fue fundada por dos miembros de ADEH y que se convirtió en un medio más, en este caso editorial, para publicar los trabajos de investigación. ADEH siempre trabajó con amplitud de miras: no hemos querido dejar ningún tema fuera, aunque sí debemos reconocer que, por formación y por convicción, adherimos a una óptica que se basa en la filosofía perenne de la que esos grandes pensadores son fundamento.
El episodio #55 de La última página se le dedica al poeta griego Constantino Kavafis e incluye una declamación excelente de su poema acerca de los bárbaros. ¿En qué aspectos consideran ustedes que nos hemos barbarizado más las personas del mundo poscristiano o lo que comúnmente se conoce como mundo occidental? ¿Ser bárbaro es siempre algo negativo a su juicio?
No, nos es algo negativo. Los márgenes vienen siendo humus creador y repositor de la tradición, en su especie estética, filosófica, vital. La decadencia de occidente – aunque suene muy spengleriano el uso – es palpable: entregado a los hechos inmanentes, al consumismo, al hedonismo fácil, occidente es un enfermo que, si olvida sus raíces, caerá en una esclavitud cultural de la que es culpable él mismo. Es paradójico, sí, pero su propia creatividad antitradicional lo está «fagocitando» de forma que es alimento de aquello que creó. La inmigración musulmana que vive Europa desde hace décadas parece ser la respuesta más palpable a la descreencia que los europeos tienen en su propia tradición. La sociedad laicista de origen francés está bebiendo de su propia medicina, diríamos.
Ustedes han analizado la literatura gótica de relieve como el Frankenstein de Shelley, el Drácula de Stoker o los relatos de Howard Phillips Lovecraft, ¿se han planteado hacer una incursión en el pulp, como las obras de Robert E. Howard: Conan el Bárbaro, Bran Mak Morn, Solomon Kane, etc.? ¿Y en la novela gráfica o cómic, tiene una consideración menor a sus ojos? Por otro lado, ¿qué es lo que hace que esta clase de literatura conecte tanto con la psicología profunda como con elementos en apariencia tan disparatados y ajenos a la realidad material?
La novela gráfica – que hoy tiene su continuidad en el manga – es un género muy valioso. La lista de pendientes es tan grande que deberíamos hacer un programa diario… están en ella, por supuesto. En cuanto a la segunda parte de esta pregunta, el hecho de que esta literatura conecte con la psicología más profunda o con los elementos de una simbología tradicional es que utiliza los recursos propios de toda mitología: heroicidad, aventuras, pruebas, tragicidad, épica. Todos ellos valores atemporales inscriptos en la esencia del ser humano.
¿Cómo podemos acercamos a la Tradición desde nuestros trabajos cuantificadores, demasiado técnicos, automatizados?
La reacción contra la automatización posmoderna se centra en la meditación – ojo, no los ejercicios que la New Age emplea de manera mercantilista – una meditación que reconcentre al ser humano en su esencia trascendente. La sola convicción de un orden superior cataloga a lo técnico como una herramienta, nada más que ello. El arte, la literatura, el cine, tienen en sí argumentos contra la modernidad que son armas para sostenerse en pie ante la avanzada tecnocrática y posthumanista que se nos avecina aún más.
Así como Pedro Páramo es rico en simbolismos, ¿hay otras novelas dentro de la literatura hispanoamericana que también ofrezcan esa lectura que presente al lector un viaje iniciático? En el Caribe, ¿hay alguna más allá del ejemplo ofrecido de Alejo Carpentier?
Por supuesto. Si tomamos el caso de cierta obra de Gioconda Belli, el de Elena Garro, de Lezama Lima, de Virgilio Piñera, encontraremos elementos del simbolismo operativo más allá de su decisión consciente o alegórica. El simbolismo no es lenguaje privativo de una escuela. Incluso en la narrativa de Leonardo Padura, por tomar un ejemplo muy claro del Caribe, hallamos elementos de una simbología en acto.
¿Cuál es su postura frente al materialismo de Gustavo Bueno? Sobre todo en lo concerniente a la literatura y teología.
Creemos que es reductivista. Su punto de partida materialista esfuma el carácter esencial y trascendente del ser humano. No obstante ello, debemos consignar que su oposición a algunos aspectos de la posmodernidad requieren de atención.
En diversos programas han hablado acerca del mundo feérico y del mundo del realismo mágico. ¿Podrían compartirnos cada uno o en conjunto, como prefieran, algunos de sus relatos predilectos dentro de estos géneros?
El mundo feérico y el realismo mágico latinoamericano tienen puntos en común. Ambos recurren a lo maravilloso, que no debe ser igualado con lo fantástico o lo mítico. No obstante, lo maravilloso puede ser – debería serlo – una apertura a otra dimensión de la concepción clásica. Los relatos denominados folklóricos (un resabio del imperialismo británico) encierran un valor cultural notable: las colecciones de Perrault, los hermanos Grimm, y otros narradores o investigadores de los siglos XVIII y XIX contienen una sabiduría que escapa al momento de su concepción.
En cuanto a la literatura clásica española, ustedes han hablado de Garcilaso, de Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Cervantes. En este año 2025 se cumple el cuarto centenario de la publicación de El caballero de Olmedo de Lope de Vega, ¿es una obra de la que consideran que se puede extraer alguna enseñanza, en apariencia, oculta? ¿Qué obra destacarían de entre las de Lope de Vega o de la literatura clásica en lengua española en general?
El caballero de Olmedo es una tragicomedia exquisita. El tema de la traición, que ennoblece a la víctima ya de por sí noble, sumado al tema del amor – muerte ha influido en la literatura romántica y en sus héroes epónimos. La genialidad del Barroco español, sobre todo, es una fuente constante de la literatura en general; pero, esencialmente, lo es como el último intento de una cultura total, bajo los cánones de la contrarreforma, con un concepto integral o cosmovisión que lo elevó sobre otros movimientos artísticos posteriores. Una política absoluta, diríamos.
En particular sobre literatura argentina, ¿hay alguien en el panorama que les entusiasme en la actualidad? Si no lo hubiera, ¿sobre qué autores argentinos recomiendan volver: Sábato, Bioy Casares, Lugones, di Benedetto (si no nos equivocamos, Zama les entusiasmó), otros?
La obra de Samantha Schweblin es muy interesante, principalmente sus cuentos. Desde luego que podemos incluir a Cristian Acevedo (sus novelas La ley primera, Todas las vidas de Eva Ki o Matilde debe morir ingresan en un lenguaje que se embebe de la épica o de la simbología en buena medida) así como las novelas de Gustavo Rimoldi (Lontano y Cabezas perdidas son verdaderos ejercicios de una narrativa en todo valiosa). En cuanto a los autores referidos, todos ellos muy consagrados, con sus diferencias, son fuentes a las que se debe regresar innegablemente.
Por último, quizás es un tema ineludible, pero no podemos concluir la entrevista sin preguntar acerca de los autores de la llamada sophia perennis: Guénon, Evola, Schuon, Burckhardt, Lings, etc. Dentro de este corpus de autores, ¿hay alguno relativamente más desconocido para la mayor parte de la gente del que se puede extraer alguna enseñanza inesperada? ¿De las obras de los autores citados, hay alguna que les haya marcado en particular y por qué razón?
Guénon ha sido el primero, un pionero en el combate intelectual por la recuperación de la filosofía perenne. Su obra es de una coherencia admirable, y es quien nos marcó, indudablemente. En cuanto a un autor por recuperar, creemos que nuestros Julio Balderrama, Héctor A. Murena o Francisco García Bazán, Leandro Pinkler, Bernardo Nante, son autores de una nobleza clave al momento de rehacer la trama más profunda de la tradición en Argentina.

